miércoles, 23 de noviembre de 2011

Veinte días tarde

 Estaba a primeros de noviembre (sigo) con Pound, por motivos que no vienen al caso. Por otros motivos, que tampoco vienen al caso, estaba mi chica con Pasolini. Extrañas compañías, diréis, y diréis bien. No todo va a ser bloggear, follar y aprovechar las ofertas del cortingléh. El caso es que tan grata coincidencia, unida a la fecha de la muerte de ambos (uno y dos de noviembre, con solo tres años de diferencia), me impelía a escribir una entrada en Regardé sobre la famosa entrevista que Pasolini le hizo al ya anciano genio estadounidense. Pero no lo hice. Porque iba a ser seria, y porque iba a ser nostálgica.
    Sabía, sé, que es imposible no quedar como un idealista trasnochado si hablo del tiempo en que existían esos otros intelectuales, extremos y equivocados, seguro, pero entregados, generosos, manchados hasta los huesos. De un tiempo en que era posible otra cosa que el cinismo o el melasudismo.
    Pues bien, casi un mes después, mi chica y yo seguimos dándoles vueltas a los dos, y seguimos -más aún después de los cambios en Grecia e Italia, y del domingo- nostálgicos (como las mejores veces) de algo que no conocimos: cuando un comunista -cristiano -homosexual italiano podía hablar con un filofascista-ateo- heterosexual norteamericano sobre su obra, sobre arte, cuando podía dibujarlo durante la entrevista, llamarlo “maestro”, porque ambos poetas (y mucho más que poetas) tenían mucho más en común de lo que aún hoy, algunos, pueden asumir. Una apuesta vital, una búsqueda, un buceo en todas las épocas. El arte como programa, como totalidad, como riesgo (aun físico, como se comprobó en ambos casos: para uno, cárcel y psiquiátrico; para otro, uno de los asesinatos más brutales de la, a veces, tétrica historia de la cultura). A estas alturas, en las que todo es nicho de mercado y espectáculo, ese riesgo es casi inconcebible, como lo es la posible sinceridad (claro, hay quien la pone en duda: ¿hay algo de lo que no sospechen?) del respeto mutuo de los dos grandes artistas. Y es que estamos rodeados de muchos que  no conciben sino el acuerdo absoluto (la grey) o la rivalidad, el machete, las ideas como un play-off de la NBA o una semifinal de copa: ha de haber un triunfador, reparto de medallas y un contraplano del perdedor mordiendo el polvo.
 Que además los dos llegaran desde posturas bien distintas a afirmaciones hoy tan vigentes sobre los abusos del capitalismo (rodeadas, claro, de conclusiones que seguramente no compartimos), solo confirma la indiscutible excepcionalidad de esa entrevista.

Era el final de los años 60. Pasolini, que decía que la sociedad de consumo era el nuevo fascismo, y el antifascismo tradicional una forma de entretenimiento sin sentido en esa nueva coyuntura más sutil, más engañosa, se quedaría pasmado en esta era en que ese totalitarismo del capital ya no precisa de máscara. Se pasea, a cara descubierta, por nuestros salones, por si tenemos algo que aún no le hemos entregado, para despertar uno por uno a los que seguían soñando con la democracia, el bienestar, la libertad: han descubierto, o eso creen, que no necesitamos la ilusión de ser iguales y felices para seguir consumiendo, que ya no necesitan mantener espejismo alguno. Qué diría Pasolini, o qué diría Pound, si leyeran los periódicos de hoy:

 “S&Py Fitch exigen al PP reformas 'radicales, ambiciosas y sorprendentes'”,

Fitchpide a Rajoy más medidas y que aproveche su "ventana de oportunidad"

       No todo va a ser rabiar, y el cortingléh está cerrado a estas horas, así que vayamos de la rabia a la nostalgia y de la nostalgia al poema, a la vida que nos dejan o que nos tomamos, la que no nos podrán arrebatar. Lo dice mejor Pound:

What thou lovest well remains,
                              the rest is dross
What thou lov'st well shall not be reft from thee
What thou lov'st well is thy true heritage

En la versión española de Laura Rovizzi y Juan José Coy (ed. Cátedra):

Lo que bien amas perdura,

                            lo demás es escoria

De lo que bien amas no te privarán

Lo que bien amas es tu herencia verdadera

lunes, 14 de noviembre de 2011

Prótesis

         Un grupo de niños en el patio llora amargamente su desgracia. Unos de sexto que decían ser sus amigos les han quitado varios días el bocadillo, exiguo (es un colegio venido a menos, junto a un polígono vacío y cerca de decenas de grúas abandonadas), y después han pasado a mayores. Les han amputado un dedo del pie. Les duele. Eran sus amigos, decían. Eso sí, lo hacían todo sin mala intención. Mientras les arrinconaban detrás de la portería, les explicaban que había unos matones en el patio de al lado que les obligaban a llevar a cabo el robo, y más tarde la amputación, para calmar su gula, su sed y crueldad desmedidas. “Si no les obedecemos, todos vamos a sufrir mucho, puede que no vuelva a haber recreo, puede que nos quiten el patio, que lo desmantelen del todo”.
El grupo de niños doloridos tiene miedo y rabia, además de dolor. Algunos, cabreados,  hablan de acabar con los patios y los abusones, aunque no está claro cómo. La mayoría, en cambio, dice que necesitan buscar a otros mayores que les protejan, que sepan calmar a los macarras del patio de al lado. Buscan a los hermanos de los matones, a sus primos, a sus adláteres, y les dicen que les duele mucho el pie desde que les amputaron el dedo. Que quieren comerse el bocadillo en paz, que si ellos pueden sustituir a los de sexto.
Es domingo por la noche, 20 de noviembre. Mañana hay cole. Mañana, los nuevos protectores llegan  al patio. Ellos sabrán calmar a los matones. Los conocen bien. Hay algunos niños desconfiados, sin embargo, que tiemblan mientras se tocan el pie dolorido, que sienten ya el dolor del futuro muñón en el tobillo, o en la rodilla, que empiezan a dibujar muletas, a llorar en silencio. Los nuevos protectores han afilado ya las hachas y las motosierras. Por su parte, los matones respiran hondo, libidinosos. La noche es fría, y anuncia un lunes de verdadero invierno.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Rebel-días de oro

No seamos nunca como nuestros padres. Lo dice un chico súpersúperrebelde en un anuncio. No seamos nunca como nuestros padres. Claro, que el anuncio es de un coche caro, y hace ver que todo se repite, que la frase es una ilusión. No hay, sin embargo, contradicción alguna. Puro sentido común de nuestros días, porque al comprarlo, el hipster del anuncio ya no es como sus padres, que necesitaban demostrar su poderío económico o tratar de simular alcanzarlo por medio de un coche. No. Él y su chica (también monísima, súpersúperrebelde y monísima de la muerte) lo que necesitan es, en cambio demostrar el poderío económico o simular alcanzarlo sin ser aburridos, formales, convencionales.Cambiar de peinado y de zapatos. 


Coche grande, clásico, caro: trasnochado.
Coche no tan grande, modernísimo (ya sea un “todocaminos”, un coupé, una mezcla de monovolumen y deportivo, yo que sé),  igual de caro:

el Sturm und Drang del siglo XXI, 

o sea,
un Sturm und Drang en un vaso de agua de Vichy.

Moragas en moto y con el pelo largo (del pelo de Aznar no hablo que es de noche y tengo el sueño delicado). Chicas punkis en hoteles con Spa donde ligan con ejecutivos jóvenes con barba espesa .Aceptamos pulpo como animal de compañía y Pereza como grupo de Rock. De Cospedal con palestino. Algoestápasandoen...nomejodas.com.