lunes, 19 de septiembre de 2011

Tengo una teoría

       Sí, soy uno de esos. Uno de los insoportables que ven pasar una mosca y hacen una teoría, ponen la tele y hacen una teoría, escuchan a dos chonis en una cafetería y no se conforman con ponerse nerviosos, hacen una teoría… así soy, qué le vamos a hacer. Peor para mí, y para mis “allegados” (qué gran palabra, “allegados”; ¿de dónde llegaron?,¿cómo se arrimaron a mí?, pobres…), que tienen que sufrirme y fingir interés en el planteamiento, desarrollo y dirección de mis teorías. Por fortuna, tengo un par de amigos con una patología similar, y juntos podemos desfogarnos bastante, con la paciencia que da exigírsela a los otros. Eso sí, ellos son mucho más listos, de modo que en sus actividades habituales ocultan esta debilidad, esta mancha, este vicio. Yo no. Yo soy un yonqui de las teorías, un torturador impenitente de las mentes vecinas, un…  un coñazo, vamos.  Bien, pues hecha esta confesión, hoy quiero exponer una teoría. No, no se asusten, no debe de ser mía: quién tiene teorías propias, quién no piensa de prestado,  a rebufo…
     La probabilidad de que nos rebocemos en la gilipollez, de que chapoteemos en ella, es inversamente proporcional a la familiaridad del barrizal. No se trata de conocimiento, sino de familiaridad. Eso explicaría que un ser humano razonable, que no aceptaría que se le aplicaran sanguijuelas por todo el cuerpo como hace doscientos años, o que una curandera murmurara unas oraciones católicas mientras le pasa la mano sobre un sarpullido, acepte en cambio poner unos bulbos en agua, repetir frases monótonas en lenguas desconocidas, o tomar unas bayas milagrosas que sirven para curar decenas de enfermedades distintas. Así, con la abrumadora fuerza agilipollante de lo exótico, el goji se vuelve mejor y más poderoso que los arándanos, las infusiones de bambú adoptan un aura maravillosa y los chacras parecen sabiduría ancestral frente a la superstición de los humores de Huarte de San Juan. 
        Ni el que desprecia lo “otro” ni el que lo idealiza tienen ocasión de razonar, pues actúan con el prejuicio del exotismo, muestre este la cara que muestre, la de lo “aberrante” o la de lo “interesante”.  Raramente la fascinación o el odio ciegos se aplican a nosotros mismos, a lo nuestro, pues somos conscientes de ser el que mira y lo mirado, y esas posturas maniqueas, inhumanas, nos suelen estar vedadas (hay excepciones, claro: citaba Muñoz Molina una frase de Uriarte, según la cual en los nacionalistas hay algo de turistas en su propio país), al margen de que seamos más o menos conscientes de nuestra complejidad, como podríamos serlo de la de los otros.
     Y luego están los nombres. Joder, cómo no sucumbir a esos nombres … Si te dijeran, “prueba este ungüento chino”  pero no, te dicen, “prueba el bálsamo del tigre”, y caes rendido, claro. Cómo no bajar la guardia, cómo mantener las defensas de la razón ante algo que se llama  “masaje Champi” (ya me está apeteciendo), “terapia áurica” (me la pido, me la pido), “masaje con piedras de jade”(oyyyy...), numerología tántrica… perdonad, no puedo seguir con mi teoría, tengo que ir a un centro de terapias orientales que hay cerca de casa, con un yogui de nombre impronunciable que debe de ser la leche…

10 comentarios:

  1. .
    Conocí a un teorizante perpetuo. La última que me endilgó es que cuanto más tiempo te llevas viviendo en Alemania o en Suiza, más azules se te ponen los ojos.

    :-

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  2. Estoy pasando una mala época. He descubierto la mentira de las teorías. Nos las dan con queso. Llevan quedándose con nosotros desde hace siglos. Así es que como sigas proponiendo teorías, voy a ir a por ti.

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  3. "La probabilidad de que nos rebocemos en la gilipollez, de que chapoteemos en ella, es inversamente proporcional a la familiaridad del barrizal".

    Muy bueno, tío: merece pasar de la categoría de 'ocurrencia' a la de casi...'idea'

    Por eso los que piensan por su cuenta los meten de nuevo en el barrizal y...los queman

    En cuanto a la importancia del lenguaje y de los nombres es cosa que saben desde antiguo los poetas y cualquier manipulador; de hecho, no es lo mismo 'hacer el amor' que 'follar'.

    Un saludo

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  4. Sap: los teorizantes perpetuos esperamos que alguien descubra una cura, una clínica de rehabilitación con garantías, algo...

    Pobrecito hablador: Te espero armado hasta los dientes (de teorías, claro, que las carga el diablo).

    Lansky: Cualquier parecido con una idea es pura coincidencia. Ninguna idea ha sido maltratada (ni bien tratada) durante la realización de esta película, digo blog...
    Un saludo a todos.

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  7. No hay propiedad intelectual (todavía, y Bautista está algo liado para pensar en ello)ni autoría en la observación: el barrizal está por todas partes.
    La absoluta incapacidad impide que se subsane lo de los dibujos, así que en regardé solo cascarrabismo y mourinhología, esa ciencia. Un saludo.

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  8. Gracias, y un saludo de bienvenida, Señorita.

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