miércoles, 7 de septiembre de 2011

Twitteratura

No digo nada que no sepáis: Paulo Coelho es a la literatura lo que el Happy Meal a la gastronomía.
          
Pues bien, era una consecuencia lógica que se convirtiera en el puto amo de las redes sociales. Dicen, en el Magazine, que es más popular que Lady Gaga y sólo un poco menos que Justin Bieber.  Si consiguen la presencia de los tres en los próximos premios MTV, esa foto dirá más de esta época que todos los sesudos ensayos sociológicos y todos los crispados foros de internet juntos.  Coelho y Twitter estaban condenados a encontrarse y amarse. Después de todo, dice, “escribir es como amar”, y con la pasta que se levanta debe de ser como amar a Alberto de Mónaco. Si finalmente Bieber y él se conocen, no hay duda de que el alquimista está en condiciones de escribirle tres o cuatro hits, o por lo menos iluminar su “camino vital” con unos twits.
En fin. No estoy en condiciones de lanzarme  a la discusión baldía de si la inmediatez, la brevedad y la saturación de la comunicación nos hacen propensos a lo simple, distraídos, afásicos, ágrafos, analfabetos funcionales, etc.  Ya circulan, sobre todo a partir del libro de Carr y sus entrevistas todo tipo de enconadísimas discusiones (apocalípticos e integrados, ¿o era cowboys y aliens?) y verdades como puños. Claro. ¿Quién no tiene  a estas alturas un buen puñado  de puñeteras  verdades como puños  que estrellar como ídem contra quien sea, desde el pequeño acorazado de su IP y con un icono o una foto chula al lado de sus desvaríos?  Aquí no toca, que hemos venido sólo a decir obviedades: que leer es otra cosa, bajar o subir la cuesta del idioma, sentir cómo nos lleva o se nos opone, cómo no nos deja estar quietos; “el único gemelo de la vida”, que decía Charles Olson.
 ¿Es posible eso en el tsunami de internet? ¿O es inevitable la búsqueda de lo consabido, de la pirotecnia, de la reafirmación  y de las digestiones fáciles? No sé. Pero nadie me negará que, si de Coelho hablamos, mejor 140 caracteres que 140 páginas.

4 comentarios:

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  2. O mejor aún no hablar en absoluto de él, quizás, porque 'Conejito' es un as en algo: el marketing, y ya se sabe: 'que hablen de uno, aunque sea mal'. (Mira Almodovar)

    Un saludo

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  3. Lo malo del éxito twittero de Coelho es que después se añadirán otros a esta tendencia: Jorge Bucay, Ana Rosa Quintana, Jorge Javier Vázquez, Pablo Motos, Esperanza Aguirre, Pío Moa, Belén Esteban...
    Y si ya me dan escalofríos con lo que pueda llegar a decir en formato corto el autor (a cualquiera le ponen la etiqueta de 'autor' hoy en día)de esa joya de la literatura universal (nótese el tono irónico) que es "El Alquimista"... pues imagínate el resto.

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  4. Gracias por los comentarios. Seguramente el problema que hace imposible esa gimnasia en internet esté por aclarar, y también tenga mucho que ver con lo que decís: la facilidad con que cualquier personaje que antes solo hablaba (y mal) ahora escribe (y peor), sin leer, claro, y con que el márketing sea la clave de mucho de lo que pasa en la red (de acuerdo en que P.C. es un crack en eso). Diría, sin embargo, que incluso más que eso y que el volumen de las tontunas y su inmediatez, la no-lectura de internet tiene que ver con el silencio. No me quiero poner muy serio, que no estamos para eso, pero antes y después de un haiku, un rubaiyat o un microrrelato(por hablar solo de las tallas pequeñas)hay silencio. Un silencio que lo completa, lo hace vivir. Antes y después de un twit, un post, una videotontuna de las que hace A.F.M, o lo que sea, hay otro twit, un me gusta, un lo sigo y tiro porque me toca, nunca silencio, espacio, intimidad, o sea: de todo menos leer.

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