Estupendo. Que síííííí. Que ya lo séééé. Que ahora toca descansar. Y disfrutar de unas bien ganadas vacaciones. Eso. Y recuperar fuerzas. Claro. Y relajarse. Vale. Y romper con la rutina, cargar las pilas, tomarse un merecido descanso, respirar hondo, tumbarse al sol, tomarse un respiro, pasar tiempo con “los tuyos”, volver a encontrarte a ti mismo, recobrar energía, olvidarse del estrés y, por encima de todo, desconectar. DESCONECTAR. De puta madre. Pero, ¿quién coño somos todos? Millones de presidentes de IBM, de directores de la NASA. ¡Cuánto estrés! ¡Todos a desconectar! Al parecer todo el mundo acaba de comprar deuda griega, o de volver de Afganistán, o de enseñarle Ciudadanía al alcalde de Valladolid. Todos atacados, desesperados por desconectar.
Dejando de lado la ya clásica paradoja capitalista de correr-para-ganar-más-y-pagar-el-spa-que-nos-hace-falta-porque-corremos, lo más sorprendente es que todos los que (todavía) tienen trabajo, sea éste el que sea, se han convertido en protagonistas de una peli de brokers de Wall Street. Todos estresadísimos, hiperconectados, sobreexcitados y sobreagilipollados. No vale con decir que hace calor, que el trabajo es una condena, y que necesitamos descansar. No. Hay que desconectar. Lo dice todo el mundo: Psychologies, Cosmopolitan, El Magazín, Men´s Health y, claro, El País Semanal. Lo dice la tele, que ha conseguido convertir en noticia el calor (“El verano más caluroso del siglo”, “el mes de julio menos caluroso en 30 años”, “el jueves por la mañana de la segunda quincena de julio más húmedo de los últimos cincuenta años bisiestos”: en serio, alguien debería comprobar si son ciertos todos esos titulares), el frío, la lluvia, la amenaza de lluvia, el cansancio, el descanso y la vuelta al trabajo.
Ir al trote gorrinero a la búsqueda del relax es una más de esas irresistibles amalgamas publicitarias: compra un coche carísimo para ser rebelde; compra tecnología, pero preocúpate por la adicción tecnológica; disfruta como un gourmet de comida y bebida, pero no pases de 50 kgs.; compra lo último en ropa, música o libros, pero sé tú mismo. Sé tú mismo. Algún día habrá que hablar aquí de la incomprensible manía de ser uno mismo, conocerse a uno mismo, buscarse a uno mismo y, of course, quererse a uno mismo (y miembros más o menos periféricos). Algún día hablaremos. Ahora basta con señalar una obviedad, que para eso estamos: si no has tenido tiempo de encontrarte a ti mismo, quizá ni de empezar a buscarte, en los 335 días anteriores, es porque no te conviene. Si hubiera algo que ver, ya habrías pasado por allí, o visto algún cartel (“A TI MISMO…35KM “o “A TI MISMO…UN VIAJE A INDIA), y no necesitarías un safari, un pediluvio o una ducha escocesa para señalarte el camino.
No hacer nada es cojonudo. Casi tanto como leer, follar, beber, reírse. ¿Hay que darles una mano de “relax” para adornarlos, para dignificarlos? ¿Desconectar de todo no significa que habría que mandarlo todo a la mierda y así no tener que desconectar? ¿O es solo que esa gilipollez léxica y autocompasiva mola, nos da un barniz inconsciente de importancia, de anuncio con triunfador/a buenorro/a que toma bífidus?
Aviso desde ahora mismo que este blog no desconecta en vacaciones. Si acaso pasan unos días más entre una entrada y otra será culpa del Glenrothes, de una sombrilla asesina o, lo más probable, será que ni yo mismo ni mi yo interior de agosto tenemos tantas cosas de qué quejarnos estando cerca, gracias a las vacaciones, mi chica y su yo interior (espero que también esté su yo interior, porque el cabrón de mi yo interior, con lo del puto yoga de la unidad, ya no se conforma con mirar). No puedo repetir lo de “a cagar a la playa”, porque no hay sitio. Disfruten del verano, que es estupendo.
Convencido como estoy de que 'mi yo interior' es un auténtico gilipollas, prefiero no buscarlo... no sea que o lo encuentre yo o, peor aún, me encuentre él. Igual me toca invitarlo a una cerveza (o a un gintonic de diseño) y aguantar su conversación (que seguro que también es un pelmazo). Por no buscar... no pienso ni buscarlo en el 'Feisbus', que igual se me agrega y tengo ahí ese estigma hasta que me harte y borre mi perfil... que por cierto cada vez me queda menos para hacerlo.
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ResponderEliminarPerdón, me temo que mi torpeza en los juegos de blog me ha llevado a incluir referencias a entradas anteriores, de modo que quizá aquí la ironía no se ve sin haber leído tontunas previas. Iré aprendiendo a darles más independencia unas de otras. Un saludo, Núria.
ResponderEliminarAl señor de la Última sesión: dice mi yo interior que si el tuyo le puede prestar 100 eurillos para vicios, que ya se los pagará cuando acabe agosto o la alienación del hombre contemporáneo...
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ResponderEliminarNuria: los comentarios se agradecen. Respecto a vociferar y que nadie me oiga, estoy totalmente de acuerdo, y así está asumido en el título del blog, las frases que lo acompañan y la primera entrada, a la que me remito. De todos modos, el alivio no es proporcional a la recepción, ni depende solo de ella. Un saludo y, de nuevo, se agradecen los comentarios.
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